Una lectura política, institucional y operativa del sector cooperativo y de la economía social (ES), nos lleva a formularnos una pregunta ¿Avanzamos a una adecuada velocidad de cambio y construcción en materia de integración?.
Nuestra impresión es que no hemos cargado suficiente combustible o estamos utilizando uno de baja calidad que nos resta potencia y velocidad en materia de integración cooperativa.
Para responder a esta pregunta debemos comenzar con la premisa que la idea de la intercooperación es fundamental, y es nada más y nada menos que el medio para lograr un nivel superior de eficacia, eficiencia, calidad y oportunidad en la producción y/o prestación de los servicios.
La integración como idea y fórmula de organización tiene el nivel de principio cooperativo, cuya versión expresamente determina: "Las cooperativas sirven más efectivamente a sus socios y fortalecen al movimiento cooperativo trabajando mancomunadamente a través de estructuras locales, nacionales, regionales e internacionales". (XXIII Congreso de la Alianza Cooperativa Internacional -ACI-, realizado en Viena, en el año 1966).
En un mundo de creciente concentración económica y globalización, la cooperación entre cooperativas no sólo es un importante principio sino una necesidad para superar la subsistencia y desarrollarse en un mundo cada vez más interrelacionado, con creciente rol dominante de las grandes corporaciones multinacionales. Corporaciones y capitales que se concentran en las áreas más favorecidas, marginando cada vez más a las economías regionales y en desmedro de la cohesión territorial y social del país.
La integración cooperativa y del sector de la ES, es una fuerza de agregación que permite por un lado, insertarse mejor y aprovechar las ventajas de la globalización y, por el otro, ser dique de contención de los problemas que genera.
Si desde lo teórico repasamos las posiciones y propuestas institucionales de la Confederación de Cooperativas Argentina (Cooperar) y de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), dadas en el Congreso Argentino de la Cooperación del año 2004, podemos mencionar entre otros puntos, el 5.6. sobre integración, que dice: “Cabe destacar la creciente importancia de los procesos de integración vertical y horizontal, como asimismo la diversidad y riqueza de las relaciones intercooperativas, que se manifiestan en numerosas realizaciones que favorece el aporte cooperativo al desarrollo económico y social, marcando al mismo tiempo el largo camino que resta aún recorrer en la materia.
Los cooperativistas deberán desarrollarse a partir de la consolidación de aquellas cadenas de valor en las cuales están insertos, por ejemplo en los procesos de industrialización, comercialización, provisión de servicios, insumos, créditos y asistencia técnica para los procesos de transformación tecnológica, etc. A partir de estas experiencias de integración local, regional o nacional, podrán actuar en mejores condiciones en el ámbito internacional, del Mercosur, etc.”
Entre las propuestas del Congreso Argentino de la Cooperación destacamos las siguientes: “10. Cooperativas de segundo grado: un llamado a las asociaciones y federaciones de cooperativas para que den señales claras de su voluntad de integración y para poder integrar a sus asociadas”, “11. Propender a la unificación del movimiento cooperativista en las cúpulas y en las bases” y “12. Reforzar lazos entre las cooperativas y mutuales y otras organizaciones de la economía social y solidaria”.[1]
A su vez, a estos lineamientos de los órganos máximos de representación cooperativa le podemos sumar la declaración del Consenso de Sunchales, de julio del año 2006 como motivo del Día Internacional de la Cooperación, que incluye en la propuesta de integración a la ES en su conjunto. Esta declaración a la par de las organizaciones representativas de la ES, suma la visión y compromiso del Estado, como actor clave del desarrollo y en la búsqueda de igualdad de oportunidades. El texto completo de la declaración dice textualmente: “La Economía Social, entendida como el conjunto de actividades económicas generadas por formas productivas solidarias y democráticas, ha sufrido con especial énfasis, los embates del modelo neoliberal, porque por su esencia son antagónicos con el modelo que se pretendía imponer. El modelo cooperativo en Argentina se desarrolló y consolidó conjuntamente con la conformación de nuestra nacionalidad plural, abierta y democrática, siendo su mayor expresión esta ciudad de Sunchales.
El “modelo” impuesto desde 1976 y hasta la última crisis, fue la expresión del Consenso de Washington que instauró la apertura indefensa de la economía a la competencia internacional, siguiendo los lineamientos que se impusieron en todos los países dependientes. Se implantó un cóctel que mezclaba una receta variable de apertura bancaria, rebajas arancelarias, tipo de cambio falso, altos intereses y eliminación de los resortes básicos de un país industrial, al mismo tiempo que se imponía la desaparición del papel del Estado y de las diversas formas de organización productiva de la sociedad. Esta acción se estructuró sobre un andamiaje legal que privó a los argentinos de toda protección y defensa.
Se perdió la memoria colectiva y los valores de nuestros mayores, junto a los recursos solidarios acumulados por generaciones. Se vació la cultura social argentina, se degradaron todos los valores solidarios en aras del “éxito” individual. Durante todos estos años la economía solidaria fue un enemigo a batir, un blanco móvil al que había que quitarle toda capacidad de reacción.
El “modelo” impuesto desde 1976 y hasta la última crisis, fue la expresión del Consenso de Washington que instauró la apertura indefensa de la economía a la competencia internacional, siguiendo los lineamientos que se impusieron en todos los países dependientes. Se implantó un cóctel que mezclaba una receta variable de apertura bancaria, rebajas arancelarias, tipo de cambio falso, altos intereses y eliminación de los resortes básicos de un país industrial, al mismo tiempo que se imponía la desaparición del papel del Estado y de las diversas formas de organización productiva de la sociedad. Esta acción se estructuró sobre un andamiaje legal que privó a los argentinos de toda protección y defensa.
Se perdió la memoria colectiva y los valores de nuestros mayores, junto a los recursos solidarios acumulados por generaciones. Se vació la cultura social argentina, se degradaron todos los valores solidarios en aras del “éxito” individual. Durante todos estos años la economía solidaria fue un enemigo a batir, un blanco móvil al que había que quitarle toda capacidad de reacción.
La implosión de diciembre de 2001, fue la consecuencia inexorable de la depredación de la Patria cuando ya parecía que nada queda por expoliar, por
corromper, los capitales huyeron y la Argentina se quedó con su deuda y con sus desocupados, con la descomposición social y la exclusión. Justamente allí, en el momento de las monedas provinciales, en el momento de la huida de los capitales, entre el fragor de las cacerolas, renació la solidaridad entre argentinos.
Mientras las grandes firmas presentaban sus convocatorias previo cierre, las cooperativas y mutuales seguían atendiendo a su público. Las multinacionales cerraban sucursales en todos los pueblos y ciudades del interior y las entidades solidarias abrían nuevas. Mientras los supermercados levantaban sus góndolas, el pueblo ponía en marcha mil y un caminos de trueque.
Hoy, pocos años después, La Argentina es una “milagro” inesperado para los que huyeron después del desastre. El Estado ocupó su lugar y se puso al frente de la recuperación económica y social. Los argentinos decidieron recorrer su camino, abandonado las recetas del Consenso de Washington y volviendo a la cultura del trabajo, del esfuerzo cooperativo, de la solidaridad, del arraigo en los campos, los pueblos y las ciudades de la patria: la cultura de nuestros abuelos, que hoy queremos denominar Consenso de Sunchales.
Las cooperativas y mutuales han sido, desde hace más de un siglo, la forma en que los argentinos se han organizado para acumular capital al servicio de los intereses comunes. Es por eso que la consolidación del movimiento mutual y cooperativo constituye una condición para el éxito de un nuevo modelo social de inclusión. La economía social cooperativa siempre fue parte de esta sociedad y quiere convertirse en la herramienta para conseguir esos objetivos.
Por eso hoy los firmantes de este Consenso de Sunchales nos sentimos parte de este pueblo argentino y sentimos el deber de ser protagonistas. Consideramos imprescindible desactivar las ideas preconcebidas, ignorancias interesadas, trabas burocráticas y en especial la maquinaria normativa elaborada por el neoliberalismo y que hoy dificulta la consolidación y expansión de este modelo solidario. En esta tarea comprometemos el esfuerzo.
Con el Sistema Federal de Economía Solidaria, se pretende formular una línea estratégica de acción para la Economía Social dentro del Proyecto Nacional nos proponemos trabajar para definir el espacio económico, productivo y social que tiene la economía asociada y democrática. La sociedad se organiza y estructura, entre otras razones, para resolver eficazmente la producción de bienes materiales e inmateriales necesarios para el desarrollo de la misma.
La idea principal de este consenso es la formulación del Sistema Federal de Economía Social, como una columna más de la producción y organización de la sociedad. El Estado y la economía pública cumplen el papel ordenador y propulsor del desarrollo económico y social colectivo. La economía privada es la expresión primaria de la actividad social de producción de bienes y servicios. La economía social es economía fundada en la cooperación, la ayuda mutua y la promoción social distributiva.
Por lo tanto, pretendemos dar estado formal, político institucional, jurídico y legislativo a una realidad de la economía argentina, que abarca a más de 12 millones de asociados y a más del 10% del PBI y que hoy se encuentra encerrada entre el espacio de la economía social pública y la economía privada, sin disponer de su propio estatuto institucional, político y normativo.
Queremos iniciar la elaboración de propuestas concretas de “sistemas”, entendidos como un conjunto de políticas de Estado, acuerdos sectoriales y normas legislativas, que promueven, regulan coordinan un área de actividad concreta de la Economía Social.
Nos proponemos trabajar conjuntamente el Estado con todos sus organismos competentes y la organizaciones representativas del sector, para elaborar desde la realidad concreta y la pluralidad, las propuestas básicas que consoliden y pongan al servicio de toda la sociedad las herramientas que hoy están ya disponibles en la Argentina: financiación productiva, servicios de salud y educación, servicios públicos, seguros solidarios, comunicaciones, industria y tecnología, producción, comercialización y seguros agropecuarios, vivienda y obra pública, turismo social, etc.
En cada una de estas actividades hay un lugar para la economía social y es necesario definir para ello reglas propias, claras y precisas. En consecuencia acordamos:
I - Disponer la conformación de comisiones temáticas especializadas por actividad con la finalidad de difundir la invitación a participar a la sociedad, recopilar, discutir y elaborar las propuestas conjuntas entre las organizaciones del movimiento cooperativo y mutual y el Estado Nacional, representado por le INAES, para la constitución de un cuerpo de pensamiento estratégico de la Economía Social al servicio del Proyecto Nacional.
II – Elaborar las propuestas normativas a todos los niveles necesarios para la consolidación y desarrollo del Sistema Federal de Economía Social. Las propuestas deberán abarcar sistemas específicos de control estatal, promoción preactiva y reconocimiento del sector como promotor del progreso social, el desarrollo con justicia social, la participación democrática y el desarrollo local sustentable y distributivo que caracteriza a la economía social.
III – Proponer la normativa necesaria para la consolidación de los siguientes sectores, atendiendo a su específico carácter solidario, democrático y participativo: financiación productiva, servicios de salud y educación, servicios públicos, seguros solidarios, comunicaciones, industria y tecnología, producción, comercialización y seguros agropecuarios, vivienda y obra pública y turismo social.
IV – Invitar a participar de estas actividades a todas las organizaciones cooperativas y mutuales argentinas y a todas las instancias de gobierno ejecutivo y legislativo nacional, provincial y municipal.
V – Establecer como plazo para la elaboración y formulación de las propuestas, el Congreso Federal de la Economía Social, convocado por el INAES para los días 23, 24 y 25 de noviembre de 2006”.
Mientras las grandes firmas presentaban sus convocatorias previo cierre, las cooperativas y mutuales seguían atendiendo a su público. Las multinacionales cerraban sucursales en todos los pueblos y ciudades del interior y las entidades solidarias abrían nuevas. Mientras los supermercados levantaban sus góndolas, el pueblo ponía en marcha mil y un caminos de trueque.
Hoy, pocos años después, La Argentina es una “milagro” inesperado para los que huyeron después del desastre. El Estado ocupó su lugar y se puso al frente de la recuperación económica y social. Los argentinos decidieron recorrer su camino, abandonado las recetas del Consenso de Washington y volviendo a la cultura del trabajo, del esfuerzo cooperativo, de la solidaridad, del arraigo en los campos, los pueblos y las ciudades de la patria: la cultura de nuestros abuelos, que hoy queremos denominar Consenso de Sunchales.
Las cooperativas y mutuales han sido, desde hace más de un siglo, la forma en que los argentinos se han organizado para acumular capital al servicio de los intereses comunes. Es por eso que la consolidación del movimiento mutual y cooperativo constituye una condición para el éxito de un nuevo modelo social de inclusión. La economía social cooperativa siempre fue parte de esta sociedad y quiere convertirse en la herramienta para conseguir esos objetivos.
Por eso hoy los firmantes de este Consenso de Sunchales nos sentimos parte de este pueblo argentino y sentimos el deber de ser protagonistas. Consideramos imprescindible desactivar las ideas preconcebidas, ignorancias interesadas, trabas burocráticas y en especial la maquinaria normativa elaborada por el neoliberalismo y que hoy dificulta la consolidación y expansión de este modelo solidario. En esta tarea comprometemos el esfuerzo.
Con el Sistema Federal de Economía Solidaria, se pretende formular una línea estratégica de acción para la Economía Social dentro del Proyecto Nacional nos proponemos trabajar para definir el espacio económico, productivo y social que tiene la economía asociada y democrática. La sociedad se organiza y estructura, entre otras razones, para resolver eficazmente la producción de bienes materiales e inmateriales necesarios para el desarrollo de la misma.
La idea principal de este consenso es la formulación del Sistema Federal de Economía Social, como una columna más de la producción y organización de la sociedad. El Estado y la economía pública cumplen el papel ordenador y propulsor del desarrollo económico y social colectivo. La economía privada es la expresión primaria de la actividad social de producción de bienes y servicios. La economía social es economía fundada en la cooperación, la ayuda mutua y la promoción social distributiva.
Por lo tanto, pretendemos dar estado formal, político institucional, jurídico y legislativo a una realidad de la economía argentina, que abarca a más de 12 millones de asociados y a más del 10% del PBI y que hoy se encuentra encerrada entre el espacio de la economía social pública y la economía privada, sin disponer de su propio estatuto institucional, político y normativo.
Queremos iniciar la elaboración de propuestas concretas de “sistemas”, entendidos como un conjunto de políticas de Estado, acuerdos sectoriales y normas legislativas, que promueven, regulan coordinan un área de actividad concreta de la Economía Social.
Nos proponemos trabajar conjuntamente el Estado con todos sus organismos competentes y la organizaciones representativas del sector, para elaborar desde la realidad concreta y la pluralidad, las propuestas básicas que consoliden y pongan al servicio de toda la sociedad las herramientas que hoy están ya disponibles en la Argentina: financiación productiva, servicios de salud y educación, servicios públicos, seguros solidarios, comunicaciones, industria y tecnología, producción, comercialización y seguros agropecuarios, vivienda y obra pública, turismo social, etc.
En cada una de estas actividades hay un lugar para la economía social y es necesario definir para ello reglas propias, claras y precisas. En consecuencia acordamos:
I - Disponer la conformación de comisiones temáticas especializadas por actividad con la finalidad de difundir la invitación a participar a la sociedad, recopilar, discutir y elaborar las propuestas conjuntas entre las organizaciones del movimiento cooperativo y mutual y el Estado Nacional, representado por le INAES, para la constitución de un cuerpo de pensamiento estratégico de la Economía Social al servicio del Proyecto Nacional.
II – Elaborar las propuestas normativas a todos los niveles necesarios para la consolidación y desarrollo del Sistema Federal de Economía Social. Las propuestas deberán abarcar sistemas específicos de control estatal, promoción preactiva y reconocimiento del sector como promotor del progreso social, el desarrollo con justicia social, la participación democrática y el desarrollo local sustentable y distributivo que caracteriza a la economía social.
III – Proponer la normativa necesaria para la consolidación de los siguientes sectores, atendiendo a su específico carácter solidario, democrático y participativo: financiación productiva, servicios de salud y educación, servicios públicos, seguros solidarios, comunicaciones, industria y tecnología, producción, comercialización y seguros agropecuarios, vivienda y obra pública y turismo social.
IV – Invitar a participar de estas actividades a todas las organizaciones cooperativas y mutuales argentinas y a todas las instancias de gobierno ejecutivo y legislativo nacional, provincial y municipal.
V – Establecer como plazo para la elaboración y formulación de las propuestas, el Congreso Federal de la Economía Social, convocado por el INAES para los días 23, 24 y 25 de noviembre de 2006”.
En los dos documentos vemos, por un lado la claridad, la coherencia y la congruencia entre las propuestas y los valores y principios del ideario cooperativo y de la ES y por el otro, un recorrido histórico que debemos recuperar y no olvidar sobre la acción cooperativas y de las empresas de la ES, ante necesidades y momentos de crisis que vivimos muchos argentinos.
Ahora en este deber caminar juntos observamos demasiada lentitud en la implementación y puesta en práctica, lo que nos lleva a la pregunta inicial, ¿por qué es tan baja la velocidad de cambio y de construcción en materia de integración?.
Debemos acelerar y no permitir que los consensos alcanzados sean letra vacía o muerta, que no coinciden con las necesidades del sector de la ES.
A estos elementos de análisis para la respuesta debemos sumar un dato muy vinculado con nuestro interrogante y es el que aporta el censo de cooperativas y mutuales realizado por el INAES, durante el año 2007, donde indica que el 43% de las cooperativas censadas no están integradas – a esa fecha - en ninguna federación o asociación de segundo grado.
“El porcentaje de cooperativas no federadas se elevó al 49 % según actualización informativa por “regiones testigo” a comienzos de 2009, aunque con participación de las mismas en variables asociativas y de trabajo en red solidaria para operar (no instituidas como cooperativas)”. “El crecimiento numérico de cooperativas no integradas está vinculado principalmente a la promoción y creación desde los mismos Organismos pertinentes del Estado en su afán de incluir en lo socioeconómico mediante políticas públicas, y el apoyo de fundaciones y otras ONGs”. “La nueva realidad dio lugar a iniciativas graduales de integración intercooperativas y a la concreción de proyectos integrativos tanto territoriales como por rama de actividad”.[2]
Convencidos de las potencialidades de este sector para dar respuestas a un desarrollo sostenible cooperativo, inclusivo y de base local, que exige atender, gestionar y articular las cuatro dimensiones principales que lo integran: a) los aspectos económicos, b) los aspectos sociales, c) el cuidado y la conservación del medio ambiente y, d) la gobernabilidad; debemos integrar vertical y horizontalmente el pensamiento y la práctica de las cooperativas y de las entidades que integran la ES.
Para esto debemos encontrar juntos los acuerdos que nos permitan articular el espacio económico y de servicios que ocupan nuestras organizaciones. Pero recordando que hay una salida posible y distinta, pero que dicha salida no es individual de cada cooperativa y/o mutual, sino conjunta-asociativa, a través de los mecanismos de integración ascendientes.
Creemos que es necesario superar antinomias, prejuicios, acelerar el debate sin temores y dentro de la pluralidad y la diversidad para generar ideas y propuestas diferentes de integración sectorial, intersectorial y multisectorial. Entendiendo que el diálogo no es una concesión, sino una actitud y que cuando se realiza sólo entre iguales, suele generar ideas y propuestas similares.
No obstante, la baja velocidad que percibimos, se pudo avanzar en algunos procesos de integración y en nuevos vínculos de complementación empresaria asociativa, que dan respuestas y soluciones exitosas a los asociados y las comunidades, con productos y servicios a veces no directamente vinculados a la actividad específica que desarrollan las cooperativas y mutuales participantes. Tenemos que institucionalizar la pedagogía de la cooperación en el sector de la ES y evitar la zoncera del aislamiento.
Debemos promover lazos, redes, tramas institucionales y/o acuerdos que les permiten a las empresas de la ES que son preferentemente, de pequeñas o medianas dimensiones, realizar y alcanzar unas condiciones de operatividad similares a las de las grandes empresas y por ende aumentar el poder de negociación en el mercado.
Estas experiencias las debemos replicar y darle mayor visibilidad, junto al marco teórico que nos aporta el pensamiento de la ES y los encuentros institucionales como los que mencionamos anteriormente. Porque hay proyectos y acciones de integración y trabajo en red que a veces no se conocen ni en el propio sector de la economía social.
Ojalá podamos acelerar la marcha y poder presentar a la sociedad un modelo de organización alternativo, moderno, democrático, inclusivo y armado con un recorrido de integración con identidad doctrinaria, desde las bases y democrático. Para esta construcción se requiere de una fuerte voluntad política, especialmente para vencer el no se puede.
La pregunta y el debate queda abierto y como ya lo hemos dicho debe incluir a todas y cada una de las cooperativas argentinas y al sector de la ES en su conjunto.
(*) Licenciado en Cooperativismo y Mutualismo (UMSA) y licenciado en Ciencia Política y Gobierno (UNLa).
Miembro del Colegio de Graduados en Cooperativismo y Mutualismo.
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